Charla Arte para el periodismo del futuro.

Noviembre 2022 |Por Emiliana Cortona

Los reflectores apuntaban al escenario. A la izquierda, sobre el borde de la luz, sentado con piernas extendidas y cruzadas, pantalón oscuro y remera blanca estaba Cristian Alarcón. A la derecha, espalda erguida y rodillas a 90 grados, Florencia Werchowsky. Sus cuerpos estaban a pocos metros. Se complementaban, dialogaban, se interrumpían. De eso trató la charla: de las fronteras, de lo que es arte, de lo que es periodismo, de lo que es verdad y de lo que es verosímil; de los desafíos de crear cuando todo está hecho.

Florencia Werchowsky inauguró el encuentro:

–Entre ficción y no ficción se abre un campo de batalla en conflicto permanente, que no necesariamente debe resolverse. Y es, en ese territorio de disputa, donde en general, muy a mi pesar, trabajo.

Florencia contó que aprendió a bailar en el Teatro Colón. A los 11 años, subida al Torino familiar con su padre y madre viajó desde Allen (Río Negro) a Buenos Aires. Se probó y quedó en la Escuela de Danza del Colón. A los 14 empezó a trabajar como bailarina profesional en el ballet estable. A los 16 ya vivía sola. A los 18 dejó de bailar porque quería escribir. A los 21 entró a Clarín como pasante del suplemento “Sí”.

Florencia fue cruzando la frontera entre la ficción y la no ficción, entre el arte y el periodismo. Lo hizo en su primera novela “El telo de papá” para saldar las diferentes versiones que tenían sus padres de la historia familiar.

–Con la ficción estaba libre de toda verificación y no importaba si ellos tenían versiones diferentes de la historia. La ficción venía a ayudarme a resolver ese conflicto.

También habló de su segunda novela “Las bailarinas no hablan”. Con ese texto además hizo una representación escénica en el Centro de Experimentación del Teatro Colón. Y puso en escena a los outsiders del ballet: bailarines que cantan, bailarinas mellizas, una bailarina alta de 1,80m, otro con panza, otra petiza.

–En esta obra me permití entrar nuevamente en esa zona gris, había algo de esa fuerza que una vez más volvía a arrastrarme a la zona de conflicto.

Florencia habló de los límites, de lo que se espera de los cuerpos que bailan, de las épicas teatrales, de la manera dicotómica de pensar la danza: se baila bien o se baila mal.

Desde la sombra se escuchó a Cristián Alarcón:

–Mi formación profesional hará que yo interrumpa. Pensaba que quizás, esto se trate de que tu paso de lo real a estas ficciones artísticas tenga que ver con que el arte es un territorio de contradicción, a diferencia del periodismo que intenta supuestamente decirnos cuál es la verdad.

Florencia respondió:

–Son obras que están construidas con las herramientas del periodismo, porque yo trabajo con los intérpretes, sean bailarines o no, haciendo entrevistas, incorporando elementos de sus biografías a la escena.

Florencia cerró su ponencia con un párrafo del libro que está leyendo: “¿Creyeron los griegos en sus mitos?” de Paul Veyne. La última oración condensó su exposición y decía así: “Los hombres no encuentran la verdad, la hacen".

Pasadas las 19, del 4 de noviembre del 2022, en el salón del primer piso de Bariloche Eventos y Convenciones Alarcón irrumpe:

–Hay temas en donde nos quedamos cortos con la no ficción y esto es un desafío.

Entre el público, en la fila 4, una chica de pelo rubio corto escribió en su cuaderno: “Fundar una ambición de otro orden”. Hizo un rectángulo alrededor de la cita.

–Yo creo que estamos aburridos y que nos aburrimos cada vez más fácilmente.

Rápidamente confesó: la idea del Periodismo Performático, en el que se cruzan las artes escénicas, la performance y la investigación periodística, me la regaló Roberto Herrscher.

–El Periodismo Performático nos permitió comprobar que podíamos buscar formatos. ¿Cómo salimos del molde? ¿Cómo vamos hacia la búsqueda de otro modo de decir?

Alarcón es periodista, escritor, fundador y director de Revista Anfibia. Tuvo que bucear en su propia historia, en su juventud en tierras cipolleñas, en Río Negro, para encontrar el origen de lo artístico.

–Yo olvidé apenas empecé a ser periodista, que entre los 14 y 18 años hice teatro.

La búsqueda de la verdad, del dato, de la precisión que el periodismo requiere lo alejó del arte, de la dramaturgia. Pero, pasados sus 50, logró fusionar en el “Periodismo Performativo” esas áreas que parecían tan distantes.

¿Cómo dialoga el periodismo con la danza? ¿Es biodanza? ¿Es ficción con base en lo real? ¿Son actores los que están en escena? ¿Actúan sus propias historias? Esta idea, esta hibridación entre arte y periodismo quedó más clara, cuando Ana Cacopardo desde el público, preguntó por el proceso de trabajo. Alarcón respondió:

–Aquí no hay actuación, no es que actúan de sí mismos, pero sí hay un texto que ha sido perfectamente trabajado y aprendido. Esta atracción que se produce es de otro orden. No es periodismo. No es literatura. Es una “otra cosa”.

La definición empezó a quedar más clara cuando Alarcón explicó que en el “Laboratorio de Periodismo Performativo” trabajan con artistas y periodistas o expertos. A los periodistas les toca la tarea de conducir una investigación, construir una gran pregunta o una hipótesis, indagar en territorio, tener personajes, como cuando se construye una crónica. Y quien viene de las artes, tiene que ir traduciendo ese material para montar la escena. Es decir, a diferencia de la crónica, la materia es el cuerpo. Se puede haber organizado acciones de antemano, pero después lo que manda es ese cuerpo en escena.

Para clarificar la diferencia con el biodrama, Alarcón especificó:

–La pregunta no es por el ser del que protagoniza la historia. Es una pregunta por el ser social, es una pregunta periodística, es una pregunta vinculada a conocer el mundo. Vos salís de ver una obra de Periodismo Performático y sabés más sobre el mundo. No es un conocimiento aprehensivo. No. Acá es donde te pega - se toca dos veces el corazón - y la ficha te cae después.

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