Charla “¿Dónde, Coronel, dónde?”. Walsh y la verdad.

En la segunda jornada del Festival Iberoamericano de Periodismo Narrativo, organizado por la Fundación Periodismo Patagónico en Bariloche, el escritor argentino Martín Kohan ofreció una charla magistral sobre Rodolfo Walsh. El título adoptaba una de las preguntas más inquietantes de la escritura argentina: “¿Dónde, Coronel, dónde?”, del cuento “Esa mujer”. El subtítulo, “Walsh y la verdad”, sellaba la propuesta.

A lo largo de una hora y media, Kohan, que además de escritor es docente universitario, recorrió el conflicto y la tensión presentes en la obra de Walsh, en la que operan el hombre de escritura y el hombre de acción.

“Walsh se dirigió al Estado, lo acusó, intentó afectarlo a lo largo de su obra”, dijo Martin Kohan. “Encontramos en él uno de los gestos más rotundos de la confianza en la escritura y, al mismo tiempo, un primer movimiento de desconfianza en la ficción. Se combinan la necesidad de Walsh de salirse de la ficción para el tipo de intervención política que quería lograr: decir la verdad”.

En ese recorrido por la obra del escritor asesinado por la dictadura argentina el 25 de marzo de 1976, Kohan señaló un primer mojón: la publicación en 1957 del primer libro considerado de no ficción, “Operación Masacre”. Allí, Walsh reunió pruebas sobre la responsabilidad del Estado en el fusilamiento de militantes peronistas en 1956, con la expectativa de que la Justicia actuara en consecuencia. Los límites de esa confianza en la escritura, explicó Kohan, aparecieron recién en 1969 en el segundo libro de no ficción de Walsh, “¿Quién mató a Rosendo?”.

“Nunca un escritor confió tanto en la escritura y desconfió tanto de la ficción. En Walsh la ficción está ahí para ser negada. Escribirá algo que se define como negación, escribirá no ficción. Ficción negada para calibrar la escritura que la política le requiere en ese momento, que le permita establecer la verdad y afectar al Estado”, dijo Kohan.

Una resolución exacta de ese planteo, advirtió, queda manifiesta en el prólogo de “¿Quién mató a Rosendo?”, donde Walsh propone otro pacto de lectura: “Si alguien quiere leer este libro como una simple novela policial, es cosa suya. Yo no creo que un episodio tan complejo como la masacre de Avellaneda ocurra por casualidad”.

Kohan introdujo luego una clave de la tensión que atravesó a Walsh durante su vida: el deseo de escribir una novela. Un conflicto de carácter literario e ideológico (“la novela como género burgués de consumo burgués”, indicó Kohan), un conflicto entre la política que lo interpeló pidiendo otra escritura y la novela que postergó definitivamente.

El escritor que se compromete

En una aproximación posible, Kohan definió a Walsh como el autor que moduló la potencia de la escritura y la impotencia de la ficción, y asimismo como el autor que encontró límites a la potencia de la escritura y consideró que tenía que pasar a la militancia y a la acción política, porque con la escritura no alcanzaba.

“¿Qué se compromete? ¿El escritor o la escritura?”, se preguntó Kohan. “En Walsh hay una respuesta clave: no alcanza con la literatura ni con la escritura. Compromiso significa militancia y acción en el sentido más vehemente y drástico. Walsh fue crítico de la lucha armada al interior de Montoneros, pero adhirió a la lucha armada”, explicó.

Por último, Kohan trajo el recuerdo de una fantasía sintomática que sobrevoló al mundo literario tras la muerte de Walsh en la esquina de Entre Ríos y San Juan, en Buenos Aires. Walsh acababa de poner en circulación “Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar” cuando cayó en una emboscada. Durante un tiempo, dijo Kohan, se estableció que a Walsh lo habían detenido por efecto de esa carta, hasta que el periodista Horacio Verbistky estableció que al momento de la emboscada se desconocía su contenido.

“Fue su militancia concreta como hombre de acción la que motivó esa emboscada”, concluyó Kohan.

Esa mujer

“La ficción no está sujeta a un criterio de verdad o de falsedad, a un criterio de verificación empírica. Lo que no significa que no haya relación entre ficción y verdad. Lo que hay es otro pacto de relación con la verdad”, dijo Kohan.

El mítico cuento de ficción política de Walsh “Esa mujer”, que integró el libro “Los oficios terrestres”, fue construido desde la elipsis, señaló Kohan. Ese algo que falta es un cuerpo, el de Eva Perón, sobre el que narrador requiere conocer el paradero en un encuentro con un coronel.

“¿Dónde, Coronel, dónde?”, citó Kohan, “es una pregunta que es punto de condensación de la tensión y el conflicto. La verdad no se dice, el coronel nunca va a responder. El coronel responde ´esa mujer es mía´”, continuó Kohan. “El cuerpo es la verdad, el cuerpo falta, la verdad no se dice. ¿Qué pasa cuando no hay cuerpo ni verdad? No puede escribirse una no ficción. Si el coronel hubiese respondido Milán, que es donde efectivamente estaba el cuerpo de Eva Perón, Walsh hubiese tenido una no ficción entre manos. Hay ficción de la imposibilidad de la no ficción”.

Verosimilitud y verdad

Desde el auditorio intervinieron con preguntas el periodista y escritor Santiago Rey, presidente de la Fundación Periodismo Patagónico; la periodista y escritora Hinde Pomeraniec; la doctora en Ciencias Sociales Cora Gamarnik; el periodista, escritor, director de Anfibia, Cristian Alarcón.

Entre sus respuestas, Kohan habló sobre la relación entre verosimilitud y verdad, y la necesidad de incluir en los textos datos con efectos de realidad para que la verosimilitud del texto funcione. “En la no ficción hay un pacto de verdad”, dijo Kohan, “pero también de verosimilitud, porque si no es verosímil el texto falla”.

Walsh y la verdad, Walsh y la creación de un género, Walsh y el compromiso político fluyen como vertientes en la conversación literaria de las últimas décadas y por eso, como sugería en su convocatoria, el Festival Iberoamericano de Periodismo Narrativo decidió volver, otra vez, a Walsh.