Charla Narrar la violencia política. La experiencia en Chile en los ‘80 y ‘90.

Noviembre 2022 |Por Alexis Panozzo

Las intimidades del horror

En el marco de Nave de No Ficción, el Festival Iberoamericano de Periodismo Narrativo, se presentó Juan Cristóbal Peña, periodista chileno y autor de los libros Jóvenes Pistoleros y La secreta vida literaria de Augusto Pinochet, entre otros.

La charla titulada Narrar la violencia política. La experiencia en Chile en los '80 y '90 fue también un repaso por la extensa obra de Peña dedicada a contar a los protagonistas de esa época.

“Muchos años después pude hablar con algunos integrantes de la guerrilla chilena en dictadura y en la posdictadura. Me interesaba particularmente mirar esos hechos con la perspectiva del tiempo”, dijo Peña.

Fue así como dedicó gran parte de la charla a relatar tres de sus más maravillosos textos al respecto: Los Fusileros, Jóvenes Pistoleros y La secreta vida literaria de Augusto Pinochet.

“Contar la guerrilla en Chile es contar la historia de una derrota. Pero también es contar la historia de una guerrilla que nace en 1983, al calor de un gran descontento social ante Pinochet, y con gran apoyo social”, dijo Peña que, además, explicó los alcances de narrar estas historias desde el plano íntimo de sus protagonistas. “En 1986 el Frente Patriótico Manuel Rodríguez atenta contra Pinochet y falla en su objetivo de darle muerte. Juan Moreno Ávila, el “Sacha”, cae preso y delata bajo tortura a sus compañeros. Veinte años después lo encuentro en un Mall trabajando de guardia de seguridad. Con otra familia, con otra historia, pero agradeciendo poder contar su pasado”.

Peña también habló sobre la vida de Ricardo Palma, un ex guerrillero, al que se le encomendó, el 9 de septiembre de 1991, el secuestro de Cristian Edwards, uno de los hijos del dueño del diario El Mercurio, Agustín Edwards Eastman. El periodista chileno revivió la historia del operativo y aquella pasada vida de Palma en su libro Los Pistoleros y contó los entretelones -privados y hasta sentimentales- de la guerrilla que tuvieron un impacto concreto –según Peña- en el propio futuro de esa organización política. “En el libro también me propuse contar eso: cómo las relaciones personales afectan a las agrupaciones políticas y a su suerte interna. Palma recibió la orden del operativo de secuestro de un superior. Ese superior tenía, a sus espaldas, una relación amorosa con su novia. Esto a Palma, tal como me lo contó, lo atormentó al punto de preguntarse para qué seguir, con qué motivo”.

Por último, y a propósito de una de las preguntas del periodista y moderador de la charla, Roberto Herrscher, sobre si hay o no que hablar con “los malos”, Peña contó dos experiencias periodísticas que lo llevaron a dialogar con Manuel “El Mamo” Contreras y a narrar los bajo fondos intelectuales del dictador chileno Augusto Pinochet.

Con Contreras –uno de los personajes más despiadados del Pinochetismo en Chile- Peña dijo querer mostrar otra vez la intimidad del personaje. “Poco antes de morir me recibió en su celda. Por supuesto que no fui allí queriendo confrontarlo. Era inútil. Contreras nunca jamás reconoció ninguno de sus crímenes. Pero allí pude ver más cosas: cómo vivía, cómo olía su celda a aceite quemado y humedad. Pude hablar con sus hijos y que me confirmaran que su padre era un cobarde con las mujeres. Que era una persona que aterrorizaba no sólo a su país sino a su propia familia”.

Con Pinochet, en el libro La secreta vida literaria de Augusto Pinochet, el trabajo fue posarse sobre la monumental colección de libros que el ex dictador tenía –alrededor de 55 mil ejemplares- y desentrañarlo desde otro enfoque: el intelectual.

Dijo Peña al respecto: “Pinochet una vasta colección de libros muy caros desde el punto de vista patrimonial y económico. Siempre quiso ser una persona temida pero también respetada desde lo intelectual. A pesar de que no lograba destacarse y eso le generaba un gran complejo frente a otros militares mucho más ilustrados. Pero Pinochet estaba lejos de ser un burro. De hecho, simulaba saber menos de lo que sabía. Casi como una estrategia de guerra permanente ante la vida: no demostrar intenciones ni deseos ante cercanos ni enemigos. Todo tal cual figuraba en uno de sus libros predilectos, El arte de la guerra, de Sun Tzú”.

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